COVID 19 Palabras de vida o muerte

Una sola palabra de nuestra boca es el “derecho legal” para que Dios, o el maligno, obren en nuestra vida.

¡Nuestras palabras tienen poder! Sea para vida o para muerte, para edificación o para destrucción. Solo piense cuando DIOS habló y todos los cielos y la tierra fueron creados. Solo piense cuando Él dijo: “Sea la luz”, o cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”, o cuando le advirtió a Adán: “El día que comas de ese árbol ciertamente morirás”. ¡Las palabras de DIOS tienen poder! Y nosotros fuimos creados por Su Palabra, para hablar Su Palabra y ver los resultados de Su Palabra, e igual sucede con el enemigo de nuestras almas. Cuando hablamos, le damos a DIOS o a Satanás el derecho legal para operar e influir sobre nosotros. Si hablamos vida y verdad el Señor manifiesta su vida y su verdad en nuestras vidas. Pero si hablamos temor y muerte, el maligno usará nuestras palabras para traernos temor y muerte, tanto espiritual como emocional y física. En Marcos 11:23 el Señor Jesús nos habló de tener fe en DIOS, y aseguró que “si creemos lo que decimos, y no dudamos, nos será hecho lo que digamos”. ¡Las palabras tienen poder! La vida del hombre es una vida espiritual y está gobernada por palabras. Nuestras palabras son llaves que otorgan derechos legales al reino de Dios o al mundo de las tinieblas… Cuidemos con celo nuestras palabras!

“Por tus palabras serás justificado (declarado libre de culpa) y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37).

“El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12:48).

Solo piense en el coronavirus o Covid 19. Más destructivo que este virus son las palabras que todo el mundo expresa: palabras de incertidumbre, de preocupación y de temor a la muerte. No que no se pueda hablar del tema, o que ignoremos las advertencias, pero las palabras negativas, las confesiones de temor y la constante preocupación atraen espíritus de temor que nos pueden hacer vulnerables al ataque del virus. El estar pendiente de las malas noticias y estar escuchando palabras de muerte y pronósticos de muerte, casi obsesionados, solo le hace el trabajo más fácil a los espíritus de enfermedad, opresión, temor, angustia y debilidad. Porque las palabras crean una atmósfera y saturan el ambiente con la naturaleza de ellas. Recordemos que Satanás es llamado en la Biblia “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2), y no es coincidencia que este mal se mueva a sus anchas por los aires de la tierra. Desde su origen siniestro hasta su propagación mundial, el éxito de este virus está ligado a las confesiones de temor y muerte que se hablan continuamente.

El Señor Jesús nos dice claramente en la Escritura: “Las palabras que yo les he hablado son Espíritu y son Vida” (Juan 6:63). El plan de DIOS para el hombre no es de muerte, sino de vida, paz y prosperidad. Podemos vivir por encima de las confesiones de temor, fracaso y muerte, porque las palabras de nuestro DIOS son la verdad absoluta y totalmente confiables. Podemos descansar en Su Palabra y vivir sin temor.

“Él, de su voluntad, nos hizo nacer por LA PALABRA DE VERDAD, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1:18).

Como creyentes renacidos por la Palabra y el Espíritu de DIOS, debemos saber que el hombre no es producto de un accidente cósmico, ni de un proceso biológico, ni de una idea filosófica. Somos hijos de la Palabra, “hijos de DIOS”, y nuestro destino eterno está ligado al uso que hagamos de nuestras palabras. ¡Qué emocionante y qué terrible verdad, que con cada palabra de nuestra boca estamos sellando cada día el curso de nuestra vida y de nuestro futuro! Y es así para todos los hombres, para el que ama a DIOS y para el que no le ama; para el que le busca y para el que no le busca. Nuestra herencia como hijos de un DIOS Santo y Omnipotente es hablar vida y disfrutar de vida en abundancia, la vida del Espíritu, aun en medio de las sombras de muerte. Por tanto no hablamos temor sino que hablamos lo que dice la Palabra de DIOS acerca de nosotros. No nos quejamos ni tenemos temor. Avanzamos seguros del amor y cuidado de nuestro Padre y confiamos en la victoria eterna de Jesucristo, nuestro perfecto Salvador.

“Díganlo los redimidos del Señor, los que Él ha redimido del poder del enemigo” (Salmo 107:2)

 

Con amor en Cristo,

Pastor Daniel Marín Ocampo


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