Comienza la relación

Un Nuevo Nacimiento cambiará
su vida y su destino eterno.

La Biblia relata que un líder principal de los judíos, llamado Nicodemo, vino una noche para hablar con Jesús. El quiso halagarlo, elogiando el poder sobrenatural de su ministerio. Pero Jesús era un hombre más sabio y conocía por medio de la luz del Espíritu las intenciones secretas de los corazones. El le respondió a Nicodemo que tenía que nacer de nuevo si quería ver la realidad del Reino de Dios, que no bastaba pensar que las señales y milagros acreditaban plenamente a un genuino ministro de Dios. Jesús le aseguró a este maestro de Israel que le era necesario comenzar una nueva vida en la dimensión del espíritu por medio de un verdadero arrepentimiento y mediante el poder del Espíritu de Dios. Este nuevo nacimiento debía trascender la simple vida terrenal.

Nicodemo (del griego Niko Demus, que significa “victorioso entre su pueblo”) era un eminente miembro del Sanedrín, el más alto tribunal judío durante el tiempo de la ocupación romana. Estos líderes religiosos tenían muy elevado y falso concepto de sí mismos, ya que pretendían ser los únicos poseedores de la verdad e infalibles interpretes de la Ley. Su orgullo religioso no les permitía ver su propia ceguera espiritual. Ellos se juzgaban mejores que todos los demás y condenaban todo pensamiento o conducta que no siguiera sus directrices y tradiciones. Fue por esto que chocaron violentamente con Jesús, pues el Hijo de Dios les desnudaba su hipocresía y los combatía con “la palabra de verdad” delante del mismo pueblo que los reverenciaba. Sin embargo, uno de ellos, Nicodemo, estaba siendo atraído por las cuerdas del amor de Dios y se atrevió a buscarlo una noche, inquietado por el poder que fluía de él.

Jesús trató a este doctor de la Ley con el mismo amor y sinceridad con que él trataba a las personas sencillas del pueblo, pero no le ocultó la realidad de su estado de muerte espiritual y su necesidad de nacer de nuevo.

Entonces “Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?  Jesús le respondió: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: te es necesario nacer de nuevo”  (Juan 3:4-7).

¡Este hombre estaba muerto en vida, y no lo sabía! Sus conocimientos de la ley santa del Señor, el Dios de Israel, no lo hacían automáticamente un hombre justo. Antes de su conversión, Nicodemo probablemente confiaba más en su propia justicia, en los lavados ceremoniales y en el cumplimiento de innumerables reglas y tradiciones rabínicas. El parecía un hombre sincero, pero Jesús le enseñaría que su ceguera espiritual provenía de su falta de un verdadero arrepentimiento y de una relación personal con el Espíritu Santo. Toda su salvación dependía de estos tres sencillos pasos: cambiar su manera de pensar, creer el mensaje de Jesucristo y recibir al Espíritu Santo. Esta salvación tan grande es un don que Dios nos invita a recibir solo por la fe, creyendo en el único Dios verdadero, para quien todas las cosas son posibles: 

“El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”  (Juan 3:8)

Dios quiere que todos los hombres entren por el camino de la Salvación a través de la fe en su Hijo Jesucristo y en la obra que realizó muriendo en la cruz por la humanidad. Así como Nicodemo fue confrontado por Jesús en cuanto a su ignorancia y orgullo espiritual, hoy tampoco ninguna filosofía, ni educación, ni riquezas, ni esfuerzos humanos serían suficientes para darle al hombre una nueva vida, una vida de propósito, poder y libertad como la que ofrece gratuitamente nuestro Dios por medio de la fe en su Hijo Jesucristo. 

“Porque todos los hombres pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”  (Romanos 3:23-24)

Aquella noche en que Nicodemo visitó a Jesús es figura de la noche espiritual que oscurece las mentes de los hombres y cubre las naciones del mundo. La opresión, el temor, la desesperanza, y todo el vacío que hay en el corazón de los hombres, solo pueden ser cambiados por la luz de la verdad que resplandece en la Palabra de Dios y mediante un encuentro personal con Jesucristo. Desde antes de la fundación del mundo y antes de crearlo todo, Dios ya había destinado a su Hijo amado como el Cordero que moriría en lugar de la raza humana y que daría vida eterna a todo aquel que lo recibe como perfecto Salvador y único Señor de su alma.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, sino que tenga vida eterna”  (Juan 3:16)

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo… 

“A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”  (Juan 1:9, 12-13)

De esto se trata el Nuevo Nacimiento: Es Jesucristo viviendo en el hombre. Es el poder y la sabiduría de Dios en medio de un mundo esclavizado por las tinieblas. Es un acto voluntario del Dios Todopoderoso en respuesta a la fe de quienes creen de corazón el mensaje del Evangelio de Jesucristo. 

¿Qué incluyen las “buenas noticias de esta Salvación”?: El perdón de todos los pecados gracias a la sangre derramada por Jesús. Justificación total delante del Trono de Dios. Una relación viva y personal con Dios el Espíritu Santo. Acceso con libertad a la presencia de Dios por medio de la sangre de Jesucristo y el Espíritu del Señor. Sanidad para el alma y el cuerpo. Liberación espiritual de poderes demoníacos, liberación de cargas, yugos, opresión y temores. Protección angelical permanente. Revelación de la perfecta voluntad de Dios. Sabiduría de lo alto para vivir rectamente. Poder para emprender una vida exitosa y sin limitaciones. Comunión con todos los hijos de Dios en su Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo. Y toda la herencia eterna que pertenece a los creyentes y redimidos por el amor de Jesucristo.

Comience HOY su relación personal
con JESÚS en unión poderosa con el Espíritu del Señor.
Este es el "nuevo nacimiento" que cambiará su vida
y su destino eterno.

Un Ministerio del Espíritu para Luz de las Naciones